Ella miraba
al mar, sentada en la orilla. Marea alta. Bruscas olas rompían en la roca de
allá. Llovía. Tronaba. Se mojaba pero la daba igual, gotas caían sobre tal
inmensidad, pero no pasaba nada, el nivel del mar no subía, no cambiaba.
Lágrimas comenzaron a derramarse sobre sus mejillas, pero a ella la daba igual,
no podía dejar de contemplar aquel lugar, aquel infinito. Ella seguía llorando,
con su vestido blanco, entró al mar. Las lágrimas que entonces se derramaban
sobre sus mejillas, ahora se derramaban al mar, y para el mar, sólo eran unas
gotas más. Unas gotas que nada cambiarán. ¿O sí? Puede que cambiarían su vida,
su forma de pensar, pero ella se sentía pequeña, diminuta como sus lágrimas en
ese infinito de agua. Ya todo la daba igual, nadie la quería, ya ni el mar la
regalaba una sonrisa. Dos segundos después, fueron a buscarla, era protagonista
de artículos en la prensa local. Seres queridos la buscaban, ella se dio cuenta
de que todo el mundo la amaba, y que una sonrisa puede cambiar más en el mar,
que una lágrima.
A la semana
siguiente, sus amigos la ofrecieron un baño en la playa de risas y locuras. Las
risas de tanta gente para el mar no eran olvidadas. Sus repetidas sonrisas
valían más que mil lágrimas.
Ai que texto más lindo <3.
ResponderEliminar¡Muchas gracias!
ResponderEliminarMe encanto, es una entrada preciosa, escribes genial leti :)
ResponderEliminarTe encontre por el evento de afiliarnos, nos afiliamos tu y yo? Mi blgo es: http://amormasalladelaunicidad.blogspot.com.es/
Si quieres mandame uncorreo a maria_loca96@hotmail.com y hablamos :) Un beso cielo, tienes una seguidora mas!
Muchísimas gracias, May. Me alegro muchísimo de que te guste. Cuando quieras hablamos por tuenti. Es que al msn no me suelo conectar. Tu blog es precioso también. Luego, en un ratito os afilio a todos.
ResponderEliminar